martes, 6 de septiembre de 2011

Para muestra un botón

¿Recuerdan ustedes que hace poco el órgano administrativo encargado de la gestión de la Cooperación para el Desarrollo en Cantabria era una Dirección General? Si, es cierto que era compartida con Asuntos Europeos, cosa extraña, pero no podemos negar que existía un órgano que expresaba la importancia que desde la admistración autonómica se le quería otorgar a la Cooperación Internacional. Sin entrar en la gestión puntual concreta o en el acierto o desacierto en la elección de la persona responsable, tenemos que afirmar que se hizo una apuesta seria por la solidaridad.
¿Recuerdan ustedes que en Camargo existía una concejalía de cooperación internacional?
Pues vayan olvidándose de tales exotismos. El PP ya esta aquí y con él han desaparecido la una y la otra, según nos comentan fuentes del sector de las ONGD..
En el primer caso, la Cooperación Internacional se relega a un lejano departamento dependiente de la Secretaría General de la Consejería de Educación y Cultura, que a su vez delega en la Dirección General de Universidades. En el segundo, la gestión se le encomienda a una concejala que en sus horas libres tiene que encargarse de varias áreas de peso dentro del ayuntamiento de Camargo.
En Santander más de lo mismo. Y en todos los sitios la cantinela de los recortes. Hay otras prioridades. Estamos en tiempos de crisis.
La consecuencia inmediata es la relegación de la cooperación para el desarrollo a las catacumbas de la administración. Un retroceso enorme en la solidaridad que condenará a cientos de miles de personas que viven en una crisis permanente, desde hace décadas, al olvido y que seguramente matará por inanición a una parte importante del tejido asociativo de Cantabria.
El mensaje de sálvese quien pueda que se envía a los ciudadanos es el peor posible.
Ese es el sacrificio que al parecer necesitan los mercados.
Esa es la filosofía que desde siempre ha guiado las políticas más conservadoras. Las mismas que impregnan a diestra y siniestra la mente de nuestros políticos, cautivados con la erótica del poder representada hoy por la economía financiera que todo lo puede. Esto ya nos lo espèrábamos de los políticos conservadores, aunque no tanto de los que se consideraban progresistas.
Pero la uténtica sorpresa, lo que más nos asombra, tiene que ver con la pregunta: ¿A qué están esperando las ONGD para reaccionar? Cuando el castigo que se infringe no puede ser mayor ¿No sería de esperar una oposición rotunda y visible? ¿Lo coherente no sería una tremenda consternación en las personas que componen las ONGD y una movilización inmediata en contra de las políticas que van a causar el exterminio directo, por omisión, de cientos de miles de seres humanos?
Estamos estupefactos ante la pasividad y la abulia de este colectivo. No se trata de culpabilizar de la situación a las ONGD. Los culpables son otros bién conocidos, en nuestro caso y hoy, es el Partido Popular de Cantabria el autor y protagonista de semejantes felonías. Pero, sí convendría, a nuestro entender, que los miembros de las ONGD y sus responsables, revisaran cuáles son sus objetivos fundacionales y cuál debe ser su implicación en las causas del sufrimiento humano. Convendría también que se reflexionara, sobre el profundo significado de "tirar la toalla" en estos momentos, en relación a las vidas de las personas de las comunidades más vulnerables y en las consecuencias para nuestra propia sociedad.
Sin esta reflexión, que necesariamente conduce a la acción, las ONGD de Cantabria serán historia.

No hay comentarios: